sábado, 19 de noviembre de 2022

Andrés.


Acabo de enterarme de la partida de un chico que me gustaba mucho en mi adolescencia.

Era alguien decidido, listo. Alguien que se aventaba a hacer las cosas, y además siempre bien hechas.

Cuando iba a ver a su primo y me lo topaba en su casa me ponía nerviosa y sólo lo saludaba. Creo él nunca se inmutó en mi. Yo nunca me animé a hablarle, era demasiado penosa y me costaba entablar conversación en ese entonces.

Pasaron los años y en algún momento olvidé ese amor platónico que sentía por él. Después los años hicieron que de plano perdiera ese pequeño contacto que alguna vez tuve con él.

Algunas veces llegué a pensar en él y preguntarme que fue de su vida, pero no más.

Hoy, al enterarme de lo sucedido, me vienen esos pensamientos de "¿y si hubiera hecho 'tal' cosa?", ya saben, típicos pensamientos dónde el panorama cambia en nuestra mente pero que en la realidad no se puede hacer nada.

Y de lo que me arrepiento es de no haber intentado conocerle más, de no haberme animado a hablarle (ojo, no buscando un romance, simplemente hablarle), porque, la verdad, me perdí de muchas experiencias de ese entonces por ser tan cohibida.

Tal vez sea absurdo, pero el saber de su muerte siento que parte de mi se fue, parte de esa etapa en dónde estaba tan llena de ansiedad por conocer el mundo y tan insegura por mostrar quien era yo.

Ahorita solo me queda una pequeña sonrisa que me deja el recuerdo del amor platónico que sentí por ti.

Te deseo un gran viaje al Mictlán. Y seguramente lo lograrás sin dificultad, porque nunca fuiste alguien que por más difícil que fuera la situación dijera "No puedo".


Fin de pista, Andrés.


No es más que un "hasta luego",

no es más que un breve "adiós".

Muy pronto junto al fuego,

nos reunirá el señor."

No hay comentarios:

Publicar un comentario